Para entender el huachicol

La palabra guachicol. 

El guachicol era un alcohol adulterado con agua que comenzó a utilizarse en México en el siglo XIX para nombrar a los desgraciados que le echaban agua al aguardiente: los guachicoleros. La palabra proviene del francés gouache, una técnica medieval de pintura “al agua” similar a la acuarela, pero con menos luminosidad. Pasado el tiempo, refinado el sustantivo con la sustitución de la “g” por la elegante “h”, los huachicoleros comenzaron a diluir la gasolina y el petróleo y la palabra cambió su acepción exclusivamente al combustible.

La siguiente recopilación de notas periodísticas ofrecen un panorama del fenómeno huachicol. La visión antigua y la moderna de esa actividad basada en la extracción de combustible de oleoductos de Pemex, que comenzó en el día que fueron instaladas las primeras tuberías de acero que cruzan apenas encubiertas interminables rancherías, sembradíos y patios traseros de un número grande de mexicanos que comparten su vida con los carteles amarillos impresos en lámina que anuncian la presencia de una tubería de Pemex, con un cráneo y unos fémures cruzados en señal de advertencia; aquellos hurtos surtieron por más de medio siglo a un mercado local. En 2012 las cosas cambiaron con la llegada de tácticas y estrategias paramilitares. Dos de los principales carteles del crimen organizado tomaron el negocio por su cuenta. En algunos pueblos casi todos le entraron al huachicol. Contrataban a un ingeniero que les enseñaba a hacer la perforación. En estas descripciones se explica lo fácil que resultaba aprender a perforar los ductos para que, con la técnica necesaria para que el riesgo fuera menor, pudieran horadar el acero de 2.5 centímetros de grosor.

Triángulo Rojo

La franja del huachicol está situada al sur de la ciudad de Puebla, en el subsuelo de dos decenas de pueblos humildes a la vera de la carretera federal. Conocido como el Triángulo Rojo, los ductos pasan por Palmar de Bravo, Esperanza, Quecholac, Palmarito y Tecamachalco.

Pablo Ferri y Sonia Corona escribieron en El País que desde el principio se tiene claro que los trabajadores de Pemex estuvieron involucrados en el huachicol. Se sabía dónde comprar combustible robado. En la central de abastos de Huixcolotla vendían gasolina barata a plena luz del día. Si en las gasolineras estaba a 14 o 15 pesos los “choferes fleteros” la ofrecían a 10 pesos. “¡Los mismos distribuidores de Pemex te ofrecían robado!”

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Ana Lilia Pérez Mendoza, autora del libro “El cártel negro”, declaró a la BBC News Mundo que es una realidad que empresas gasolineras comercializan hidrocarburo robado. “Desde Pemex se organizaba el robo de combustible”.

“En Pemex se identificó a las gasolineras que dejaron de comprarle, lo que vendían era robado y aun así no se les rescindieron los contratos de la franquicia”, explica la también autora de Camisas Azules, manos negras. El saqueo de Pemex desde Los Pinos (Grijalbo, 2010).

Con el nuevo gobierno, Pemex canceló el contrato a 130 estaciones de servicio, según datos de la Comisión Reguladora de Energía.

El robo de combustibles le provoca al estado unas pérdidas de 60,000 millones de pesos al año, unos 3,000 millones de dólares. Según datos oficiales

Alberto Nájar en su nota para BBC News Mundo el 28 diciembre 2018 la define como una red dedicada a robar y distribuir hidrocarburos, especialmente gasolina. Un grupo extraía diariamente el equivalente a 600 pipas, con capacidad de 15,000 litros cada una.

Según el director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, en 2018 el robo de combustibles fue de 58,200 barriles al día. Y según el presidente López Obrador, el 80% del robo se cometía con apoyo de la red interna en Pemex. “Hay la hipótesis de que, de todo el robo –aclaró–, sólo el 20% se da con la ordeña de ductos, que es una especie de pantalla”.

El Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, aseguró que el punto clave de la red de robo de combustible se encontraba en Pemex Logística, una de las divisiones del gigante petrolero. Una baja en la presión del flujo de hidrocarburos es señal de un posible robo. “Hay un sistema para conocer la presión de los ductos”, explicó el presidente López Obrador. Los protocolos internos señalan que deben cerrarse las válvulas. Pero eso no ocurría. La decisión de mantener el flujo de combustible a pesar de la evidencia de un posible robo se tomó en Pemex Logística, explicó Gertz Manero.

Rubén Salazar, director de la consultora en seguridad Etellekt, le dice a BBC Mundo que en 2000 las pérdidas por robo de combustible fueron de unos 12,000 millones de pesos, en 2018 el robo de hidrocarburos representaba 66,300 millones de pesos, unos 3,300 millones de dólares.

Evolución del huachicol

En Animal Político, Tania L. Montalvo cuenta cómo evolucionó el robo de combustible en México hasta llegar a provocar pérdidas millonarias. Montalvo refiere que la actividad de los chupaductos subió varios niveles en su influencia social, económica y política. De estar en manos de bandas locales, se convirtió en la segunda fuente de financiamiento de narcotraficantes y ahora ya es una forma de vida de comunidades enteras.

Animal Político entrevistó a Guillermo Valdés, exdirector del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), quien afirmó que el problema creció “cuando las organizaciones del narcotráfico descubrieron que el robo de hidrocarburos también era un negocio”. Como ocurrió con los Zetas o la Familia Michoacana.

Entre 2011 y 2012 se dispara la actividad y el número de tomas clandestinas detectadas por las autoridades. Después de 2012 el gobierno federal descabezó a las organizaciones criminales, que se quedaron sin cabezas, pero en realidad sólo se fragmentaron.

“Las que se quedaron son las bandas con toda la experiencia en el robo de hidrocarburos, pero también en la violencia”, afirma Guillermo Valdés. A ello se sumó la colaboración de las comunidades que comenzaron a vivir del robo y la venta, a nivel de calle, de combustible extraído de los ductos (…), un fenómeno masivo de robo”.

 

Vida cotidiana en los pueblos

Pablo Ferri y Sonia Corona, enviados de El País, entrevistan a un testigo que afirma que en 2015 lo invitaron al huachicol. Un amigo de un amigo. Las reglas eran sencillas: a los nuevos les dejaban mil litros a ocho pesos, estos lo revendían a 10; luego dejaban dos mil, después cuatro mil. “Todo consistía en no fallar en los pagos”. Cuando llegabas a cantidades superiores a 20,000 litros te invitaban a participar como socio. Llegó a tener depósitos enterrados en su patio de 750 metros cuadrados, de donde bombeaba combustible a los vehículos de sus clientes.

Los “socios” tenía que ir a buscarla, acudían al ducto junto con decenas de camiones y pipas y esperaba su turno. En vez de ocho pesos, el litro se lo dejaban a 3.50, el beneficio era gigantesco. Súbitas fortunas que transformaron todo el entorno.

En un pueblo chico había entre 10 y 15 los vendedores, pero en Tecamachalco, Palmar de Bravo o Acatzingo muchos más. En 2018 las autoridades ubicaron 1,815 tomas clandestinas en el estado de Puebla; en todo México unas 12,581.

Hubo escenas en televisión abierta de multitudes llevándose combustible en cubetas ¿un agujero mal hecho? o una forma de ganarse al pueblo.

Hacer la toma

Al parecer un ingeniero petrolero le enseñó a la gente a hacer las tomas, les cobraba 25 mil pesos por llave. Un reportero del triángulo rojo menciona en otra fuente que precisamente quienes empezaron todo fueron trabajadores de Pemex hace años. “Ellos llegaban, hacían el agujero, ponían la válvula y ya. Todo eso lo hacían por 250,000 pesos”. 12,000 dólares.

Los periodistas de El País explican lo sencillo que es: quitas la cubierta del ducto, sueldas una especie de llave de paso y le abres un agujero con un berbiquí. Luego hay que estar pendiente de colocar la manguera y listo. Pemex ha podido ver qué ductos perdían presión El problema es que nadie hacía nada.

la importación de gasolina desde Estados Unidos ha caído un 28% desde que López Obrador es presidente, según información publicada en el The Wall Street Journal. El presidente lo negó.

“Todo esto puede espantar a los mercados porque demuestra que, en México, el presidente te puede cerrar el ducto cuando quiera”, advierte Miriam Grunstein, abogada experta en energía.

Las tomas

Había tres modalidades de tomas clandestinas, explica Ana Lilia Pérez a la BBC News Mundo, “son conexiones muy bien hechas, instaladas por profesionales”.

Otra forma de perforación son las llamadas “tomas calientes”, perforaciones improvisadas que son las que causan más accidentes. Y desde luego las tomas estables, el gobierno detectó casas y bodegas construidas a unos metros de los ductos. “Y lo que hacían era ordeñar. Luego guardaban el combustible en las bodegas”, explica. Participaban bandas locales pero también grupos de narcotráfico, dice la especialista.

En muchos casos los empleados de Pemex permiten que con un solo documento las pipas obtengan dos o tres cargas de combustible. Por cada cargamento legal de gasolina o diésel existen uno o dos ilegales. A veces con facturas clonadas o apócrifas. “En esta modalidad de robo tienes la colaboración absoluta del personal de Pemex”, dijo la especialista.

A veces los piratas también roban equipo de plataformas marítimas abandonadas e inclusive se han detectado intentos de abordaje a instalaciones en funcionamiento.

 

De harapientos a capos

Proceso publica que el periodista Seth Harp en la revista Rolling Stone describía a aquellos pobladores originales como “pequeñas pandillas de mugrientos bandidos” de huachicoleros que se convirtieron en “operadores con tácticas paramilitares afiladas durante la guerra contra las drogas”.

“A esta escala, el robo de gasolina no es posible sin contar con la ayuda de trabajadores de Pemex (Petróleos Mexicanos), quienes surten a los huachicoleros con mapas de las redes de ductos, les avisan cuándo la gasolina fluirá, y les proporcionan las herramientas necesarias, incluyendo válvulas específicas”.

Harp documenta cómo la intrusión del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en 2017 en el “Triángulo Rojo” de Puebla, donde se cruzan varios oleoductos de Pemex, generó una oleada de asesinatos y crímenes violentos que afectaron, entre otros, a los municipios de Acajete, Acatzingo, Quecholac, Tepeaca y Palmar de Bravo. El brote de violencia se debió a la “purga” operada por el CJNG contra Los Zetas, cuyos integrantes dominaban la región.

 

Militarización del huachicol

La parte moderna y aparatosa del huachicol comienza con la explosión en el pueblo de San Damián en San Martín Texmelucan el 19 de diciembre de 2010, se registró una explosión provocada por una fuga de combustible cuyas llamaradas alcanzaron 100 metros de altura; el reporte oficial arroja 30 muertos e igual número de heridos.

La violencia reapareció con el asesinato de los tres agentes de la policía estatal de Puebla, en marzo de 2017. Y se salió de control una vez más el 15 de abril del 2018 en San Martín Texmelucan, cuando unidades militares atravesaban la población para verificar denuncias de disparos de arma de fuego y fueron recibidos a balazos. Los uniformados accedieron a la comunidad entre golpes, jalones, pedradas y gritos de “¡quémenlos, vamos a quemarlos!”. Parecía que ya nada tenía control. En el año 2000, Pemex, detectó 15 tomas clandestinas del oleoducto en esta zona. En 2017 fueron 1533. El 24 de septiembre del 2018 la comunidad de San Lucas Atoyatenco, donde vecinos reportaron que la gasolina se estaba desbordado en un campo.

Hasta el evento de Palmarito. Dos patrullas del ejército fueron recibidas la noche del miércoles 3 mayo del 2017 con balas de fusiles automáticos en el municipio poblano de Palmarito. Los militares llegaron al lugar alertados por una denuncia de robo de gasolina, una de las prácticas más habituales de financiación utilizadas por el narco en esta zona del país. El enfrentamiento a balazos dejó 10 personas muertas, cuatro de ellas militares, y 11 heridos. Un sargento fue señalado de haber ejecutado extrajudicialmente a uno de los huachicoleros, la Comisión Nacional de Derechos Humanos determinó que sí hubo violaciones graves a derechos humanos atribuibles a servidores públicos por los hechos ocurridos.

4T

El primer paso del gobierno de López Obrador fue el cierre de seis ductos que distribuyen combustible en el centro y el occidente de México, lo que provocó una severa escasez de gasolinas en varios estados y en Ciudad de México.

La distribución fue lenta en varias ciudades, no en Puebla, por cierto, se hace con pipas que resultan insuficientes; se hace una promesa de compra de mil pipas a los Estados Unidos. A pesar del respaldo de la población, que apoyó las acciones, fue evidente la dilatancia de las autoridades en las medidas adoptadas y patente el miedo de quedarse sin combustible.

Jorge G. Castañeda escribió en su columna de El Financiero La Tormenta Perfecta De Pemex, sobre la crisis del huachicol ¿Qué vino primero, el desabasto o la guerra?

Afirma que deambula en muchos círculos de México y Estados Unidos una versión alternativa de la guerra del huachicol. Que primero vino la decisión presidencial de suspender las importaciones de petróleo crudo ligero, que se mezcla en la refinería de Tula con el pesado mexicano Maya. Por razones ideológicas, anímicas, históricas y ecológicas –afirma Castañeda–, López Obrador tomó la decisión entre noviembre y diciembre de reducirlas dramáticamente, como informó The Wall Street Journal.

El suministro del aditivo MTB a la refinería de Salamanca se suspendió a mediados de diciembre –calcula Castañedaؘ–, Tula y Salamanca se encontraban cerradas a fin de año, buques tanques varados en Tuxpan y Coatzacoalcos. Desabasto, cierre de ductos y toda la culpa del huachicol.

El excanciller Castañeda considera que hubo desabasto de gasolinas por razones políticas, se contradice al destacar la sugerencia de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México de cargar gasolina un día con el engomado de verificación. Sí se evitarían colas, pero: “En buen castellano, sin anglicismos, esto se llama racionamiento”.

Algo que ha sido evidente es la casi nulidad en el número de aprehensiones entre los huachicoleros pueblerinos. El ejército y las policías los hacen huir, se les confisca el líquido y los vehículos, que contrasta con el terrible accidente de Tlahuelilpan, Hidalgo, donde el ejército se limitó a observar, con un costo de 120 vidas.

Se habló mucho de trabajadores de Pemex aliados con los huachicoleros, desde el corazón de la petrolera, en Ciudad de México, que ha extendido sus tentáculos hasta las zonas rurales del centro y occidente del país. Esto fue revelado por López Obrador, también que hallaron una manguera de tres kilómetros que huachicoleaba gasolina de la refinería de Salamanca, Guanajuato.

Acusaron penalmente a tres funcionarios de los que se desconoce nombre y rango, y al exjefe de seguridad de la empresa, el general Eduardo León, investigado por su participación en la red.

Desde principios de 2015 hasta el 12 de diciembre del año pasado el combustible robado circuló alegremente por las carreteras nacionales a un ritmo de 60 pipas diarias. Cada una con capacidad de 30.000 litros o de 60.000, porque algunos cargan dos depósitos.

¿Para quiénes eran esas pipas? Para particulares seguro que no. Sólo quedan dos posibilidades: gasolineras o empresas.

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Desabasto y éxito

Con las medidas tomadas por el nuevo gobierno de cerrar los ductos para hacer la distribución a base de pipas interrumpió el suministro en decenas de ciudades de los estados de México, Michoacán, Guanajuato, Aguascalientes, Jalisco, Querétaro y Tamaulipas.

Los gobernadores de Querétaro, Francisco Domínguez y de Michoacán, Silvano Aureoles, pidieron una fecha para reabrir los oleoductos. “A ver quién se cansa primero, los que se roban el combustible o nosotros”.

En la BBC News Mundo, México, Alberto Nájar escribió el 19 enero 2019 que en el caso de la Ciudad de México hubo compras nerviosas, lo que redujo el combustible disponible en las gasolineras. En medio de la crisis, un joven en bicicleta consiguió por lo menos diez clientes para venderles huachicol, los llevaba a unas cuadras donde un camión les llenaba el tanque con un ahorro a considerar. La venta clandestina de gasolina es cada vez más frecuente en la capital mexicana.

Es una actividad donde participaban comunidades enteras en algunos estados como Puebla o Guanajuato, que también involucra a empresarios, militares, policías, alcaldes y empleados de Pemex.

El general Eduardo León Trauwitz era responsable de vigilar la red de ductos de la empresa y combatir el robo de combustibles. El área donde participaba León Trawitz es una de las que fueron intervenidas por el Ejército ante la sospecha de que desde allí se permitía el “huachicoleo”.

En contraste, el optimismo de los nuevos mandos: “desde que iniciamos el plan se han robado 8.540 pipas menos, según el presidente, que significa un ahorro de 2,500 millones de pesos.

 

Más información en las publicaciones revisadas:

1 En la guerra contra el huachicol en México, muchos dedos señalan a Pemex, El País, Pablo Ferri y Sonia Corona, 13 enero 2019

2 Territorio huachicol: la batalla por el robo de combustible arrecia en México, El País, Pablo Ferri, 5 mayo 2017

3 Asesinados cuatro militares en una operación contra el robo de gasolina en Puebla, El País, D. M. Pérez, 4 mayo 2017

4 Cronología: Puebla, marcado por el huachicol, El Popular, 22/Ene/2019 Por Alba ESPEJEL.

5 “Desde Pemex se organizaba el robo de combustible”: cómo funciona la red de ‘huachicoleo’ que detectó el gobierno de AMLO en México, BBC News Mundo, Alberto Nájar, México, 28 diciembre 2018

6 “Huachicol”: por qué hay desabasto de gasolina en México y qué tiene que ver AMLO, BBC News Mundo, México, Alberto Nájar, 9 enero 2019

7 Huachicol: cómo funcionan las redes de robo de gasolina en México, BBC News Mundo, México, Alberto Nájar, 19 enero 2019

8 Así evolucionó el robo de combustible en México hasta provocar pérdidas millonarias, Animal Político, Tania L. Montalvo

9 Pierde Pemex 35 mil mdp en este año por ‘huachicol’, Excelsior, Nayeli González, 28/11/2018

10 El huachicol, “cosa de niños” comparado con robos operados desde el interior de Pemex: Rolling Stone, Proceso,10 septiembre de 2018

 


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