Lo que pasó con el PRD y Mirón

Foto Diario Puntual

Es una franja que parte por su centro al estado de Puebla. La autopista Puebla-Orizaba: paralelos a ella corren enterrados los ductos petroleros. A todo su largo decenas de pueblos plantados en más de veinte municipios de la región de Tepeaca-Tecamachalco le dan vida a una de las más importantes zonas agroindustriales de Puebla.  Quecholac y Palmar de Bravo cargan en los últimos tiempos con la fama de ser el corazón del llamado triángulo rojo, el centro de operaciones de las bandas del huachicol que en los últimos diez años encontraron en el robo de combustible de Pemex el cimiento de una explosiva, lucrativa y trágica actividad criminal a la que no se le ve fin. Las estadísticas refieren que en los últimos dos años el huachicol se ha desplazado hacia la región de San Martín Texmelucan y que hoy en la región de Tecamachalco lo que florece es el robo de autotransportes, el secuestro y las extorsiones.

Este testimonio lo ofrece un ciudadano que ha participado en la política local desde hace más de cincuenta años. Es la suya una mirada a la realidad caciquil de la región y al papel que han jugado los partidos controlados desde Casa Puebla. Ayuda a entender el involucramiento de las bandas criminales con partidos y estructuras de poder municipal. Confirma lo que los resultados de las elecciones del 2013 y 2018 muestran sin disimulo: que los partidos políticos son membretes al servicio de grupos de poder local aliados al gobernador en turno, como lo prueban las notas policíacas y los resultados electorales en Quecholac y Palmar de Bravo de uno de los partidos que fueron creados en la era de Rafael Moreno Valle, el Partido Social de Integración (PSI), como herramientas para la fragmentación del voto y la configuración de las coaliciones con las que el PAN y Morena ganaron las controvertidas elecciones del 2018 y 2019. (SM)

Testimonio:

Una vieja lucha contra la imposición

Esto empieza desde los tiempos en que las juntas auxiliares se disputaban en plebiscito. Éramos chavos que estábamos contra la imposición. Todo se soportaba en lo que se imponía desde el partido único y desde la prepotencia de la presidencia municipal: amenazas, represión a través del ejército mexicano, pues no había policía municipal. Miedo y dádivas, cervezas el fin de semana. Así era el poderío entonces. Pero en un plebiscito, tal vez hace cincuenta años, ganamos con más del cincuenta por ciento a mano alzada. Pero vinieron los manotazos.

Los viejos que dictaban sus órdenes anularon la elección y la pusieron de nuevo en quince días. Nosotros fuimos ingenuos. Ellos reestructuraron su posición, tacharon de protestante a nuestro candidato, nos acusaron de que íbamos a cerrar la iglesia, de que estábamos contra la virgen de Guadalupe, campaña sucia, la compra del voto, y nos llevaron al baile, nos ganaron con las mismas manos alzadas con las que ganamos nosotros. Nos dormimos en nuestros laureles. Y ellos utilizaron la fe para proteger a la política. La gente no estaba informada, se espantaba cuando escuchaba la palabra comunismo, protestantismo. Acuérdate de Canoa, es por esas fechas…

Luego nos dividimos. Muchos se vendieron por un puesto.

El que manda en Puebla.

Hoy todavía le gente dice que no puede liderar uno que no se lleve bien con el que manda en Puebla.

El cacique manda en los partidos.

En 1998 aparece el PAN. Gana Pedro Barojas, fue la primera vez que no era uno del PRI, uno de Cucnopalan, con él se rompió el continuismo. Y lo apoyamos muchos de los que de jóvenes peleamos contra la imposición. Barojas gana con el apoyo de la gente de Cuacnopalan y Xaltepec. Ahí gana Facundo Casimiro la presidencia auxiliar, y él después ganaría la municipal. A Baroja, panista, lo mete años después Moreno Valle al bote, y ahí aprendimos a fondo cómo se mueve la política interna, el tejemaneje de los partidos.  Porque ese grupo dudaría muy poco unido, se resquebrajaría justamente a la salida de Pedro Barojas. Él no cumple con los acuerdos con el grupo que lo llevó al poder, porque no ganó por el partido. Y nos lo dijo un priista antes de la elección del 2001, dijo: “si Pedro Barojas cumple con lo prometido, gana el PRI con Daniel Paredes, pero si no cumple, gana el PAN”. Y quién crees que ganó, claro que Paredes. Barojas acordó eso para no tener problemas con su cuenta pública.

Eso resquebrajó al grupo que peleó contra la imposición desde la presidencia municipal y desde el PRI. Se enojaron mucho. Y es que gente de la cabecera municipal, en concreto Adolfo Mirón, le metió mucho dinero, porque las campañas se mueven con dinero, nada se mueve sin beneficio, sin dádivas. ¿Qué hizo Mirón? perforó dos pozos para Xaltepec, para el agua potable, cuando Barojas era el presidente; él puso la maquinaria, él se dedica a eso. Eso le debió dar oportunidad al partido PAN para seguir gobernando, pero Barojas acuerda con el PRI. Yo qué aprendo de esto: primero, los partidos, desde el PRI, son creados desde arriba, como el PT, creado por Salinas, por eso aquí era ingenuo pensar que aparecieran el PRD o el PAN sin el consentimiento del cacique Hugo Álvarez. Eso nos dijo Mirón, que le llamó Don Hugo –así lo nombró– y le dijo, Claudio, tú te vas a poner al frente del PRD en Palmar de Bravo. O sea, el PRI le dice a la izquierda lo que tiene que hacer. Así te das cuenta de que estas estructuras de partidos están así, controladas desde arriba. Como con el pacto, todos se alinean a los acuerdos cupulares. Y lo que pasó es que ganó Daniel Paredes. El PAN quedó fuera, el voto se dividió con candidatos de pantalla, bajo todas las denominaciones, sin tener bandera de militancia, como pasó con el PRD y Mirón.

 

 

Fragmento de uno de los testimonios anónimos que aparecen en el libro Dinero Ilegal: elecciones y operación de Estado en Puebla. Episodio 3: 1988-2019, de Sergio Mastretta, PCCI, 2020

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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