A pesar de la pandemia, la violencia sigue, y una vez más contra el río Atoyac.
Sergio Mastretta.
Mitad de semana, plena pandemia, pero la vida sigue. Y los crímenes también. Este, contra nuestro venero más profundo, el río Atoyac, da idea de lo que valen los derechos de la naturaleza frente a la acción humana. La autoridad responsable reparará lo que pueda. La PROFEPA, desmantelada como está, difícilmente abrirá averiguación previa alguna. La Comisión Nacional del Agua, probablemente ya sin inspectores que puedan abrir una investigación, se lamentará de su mala suerte como dependencia pública ninguneada, a pesar de que para este evento harán lo que en sus desmanteladas manos está todavía: exigir a Agua de Puebla y al SOAPAP la reparación del problema que provocó una afectación más al río. Y el río seguirá su curso negro de muerte.
Esta es una historia contada a trazos entre el miércoles en la noche y el jueves por la tarde. Transcurre a saltos, hasta que la información logra precisar la causa del desastre y permite concluir una vez más que la del río es una historia triste, causada por una sociedad en la que priva el desgobierno y la ambición económica para todo lo que tenga que ver con urbanización y cumplimiento de la ley, con instituciones federales ambientales desmanteladas, autoridades estatales y municipales que siempre miran hacia otro lado, como si se hablara de un río que existe muy lejos, en otro país, tal vez en la africana ciudad de Timbuctú, dependencias responsables de la administración y operación de sistema de agua y saneamiento en la rebatinga en que ha derivado la privatización del agua en Puebla. Y por supuesto, al final, ciudadanos sin escrúpulos que cometen delitos ambientales absolutamente conscientes de que no les pasará nada que tenga que ver con multas y cárcel.
Porque sí, la descarga de lodos altamente contaminantes arrojada ayer a un arroyo afluente del Atoyac, justo a la altura del Boulevard Carmelitas, fue provocada por particulares que ilegalmente han taponado con escombro una barranquilla sin más propósito que el de la especulación inmobiliaria.
El hecho: entre el martes 21 y el miércoles 22 de abril se produce una descarga de lodos negros y putrefactos en una barranquilla al sur del Periférico Ecológico, justo a la altura en que la cruza la nueva avenida Las Carmelitas, y a unos cien metros de la presa Carmelita, plantada hace 110 años sobre el propio río Atoyac. Una denuncia ciudadana alerta a al fotorreportero Andrés Lobato al que no detiene el encierro por la pandemia. Acude al llamado de los vecinos y unos minutos más tarde la denuncia se presenta en un twett del diario Milenio en el que trabaja el fotógrafo Lobato.
Y además nos ubica en el sitio exacto de la descarga, con una foto de Google Maps que el satélite tomó en el 2017, cuanto todavía la obra del Boulevard Carmelitas a cargo del gobierno de Antonio Gali Fayad no alcanzaba a construir el puente sobre la desgraciada barranquilla.
Yo les ayudo a los lectores a mirar la perspectiva amplia:
A la izquierda, abajo, la antigua Planta Carmela en ruinas, y la PTAR – Atoyac Sur, su vecina. La línea negra marca el antiguo derecho de vía de las torres de alta tensión por las que durante décadas corrió la energía eléctrica hasta la fábrica en Mayorazgo. Ocultos bajo la tierra corren en paralelo el antiguo túnel derivador del agua del río, un ducto que muy pronto servirá para transportar las aguas negras del centro sur de la ciudad a la planta de tratamiento Atoyac Sur, y el llamado “lodo-ducto”, que desde la planta de san Francisco, en Mayorazgo, a un lado del Hospital Ángeles, transporta los lodos subproducto de la propia planta.
El contexto de la descarga. El río Atoyac, con la catástrofe que le hemos construido en los últimos cincuenta años, es la expresión más cabal de la derrota de la sociedad poblana. Así que lo sucedido esta semana es una gota más en un caudal de aguas residuales que las autoridades federales alcanzan a medir en 1887 descargas agrícolas, industriales y municipales: 1,074,644 metros cúbicos diarios en Puebla y 208,534 metros cúbicos diarios para Tlaxcala, en su mayor parte, so descargas sin tratamiento alguno. Son cifras al año 2019 y refieren lo que marcan los títulos de concesión y permisos de descarga a lo largo de la Cuenca Alta del Atoyac, cifras que identifican 567 descargas municipales y 271 industriales en ambos estados. Una cuenta que deja fuera un número indescifrable de descargas clandestinas en todo el territorio. Pero son cifras que ayudan a entender la dimensión de la catástrofe ambiental que sufre el río. (Cifras hechas públicas por el INAI tras solicitudes ciudadanas de acceso a la información de la CNA como sujeto obligado por ley).
Pero esta vez la afectación proviene de la propia empresa responsable del saneamiento del principal de nuestros veneros, Agua para Puebla, del empresario Hank González, a quien benefició el entonces gobernador Rafael Moreno Valle con la decisión de privatizar el servicio de agua potable en la ciudad de Puebla. Esta empresa es la responsable de la operación de las plantas de tratamiento en la ciudad de Puebla, siempre bajo la coordinación de la dependencia estatal SOAPAP (Sistema Operador de Agua Potable y Alcantarillado de Puebla). Y es la responsable también de los ductos construidos para derivar las aguas negras municipales hasta las plantas de tratamiento. Y por supuesto del actor principal en esta historia: el ducto que transporta los lodos residuales de la plata de tratamiento San Francisco.
Pero al medio día del miércoles, y ante la denuncia pública, pronto aparecen funcionarios de la Comisión Nacional del Agua para verificar lo sucedido. Para ese momento no está claro de dónde proviene la descarga ni lo que ha podido ocurrir. Pero la versión fotográfica es estricta y corrobora lo denunciado por Andrés Lobato.
Los lodos putrefactos. La barranquilla inundada por los lodos en un escurrimiento al lado de una tronera enrejada. Bien haría la CNA justificando su existencia.
“El color negro del agua –nos dice un funcionario de CONAGUA– es probable que corresponda a los lodos de la planta de tratamiento de San Francisco que son conducidos por tubería hacia la planta de tratamiento de Atoyac Sur.”
Preguntas frente a lo que pudo ocurrir. Para la noche del miércoles no hay versión oficial alguna, y no queda claro qué es lo que ha sucedido. Hay interrogantes y posibles respuestas. Yo, al menos, me hice una pregunta: ¿la tormenta del martes inundó la obra que la empresa Agua de Puebla realiza para embovedar el antiguo túnel derivador de agua hacia la se conociera como la Planta Carmela, dos kilómetros río abajo, por cuya superficie corre hoy la plancha blanca del concreto con el que construyeron el Boulevard Carmelitas, y que en el proyecto llevará aguas negras hacia la planta de tratamiento de Atoyac Sur?
Yo mismo aventuro esa hipótesis y con ella planto en la noche mi queja en Facebook que denuncia la responsabilidad de la empresa Agua para Puebla, pero lo que aventuro (que es una descarga proveniente de la obra en el antiguo túnel del sistema hidroeléctrico de Atoyac Textil construido por los empresarios Quijano entre 1909 y 1912 y que hoy es recuperado por la dupla SOAPAP-Agua de Puebla para derivar las aguas negras del centro sur de la ciudad de Puebla a la mega planta de tratamiento Atoyac Sur), no es lo que ha ocurrido. Un túnel que a lo largo de cincuenta años de abandono ha acumulado una enorme cantidad de basura y lodos y que ahora es recuperado como ducto de aguas negras, no provocó la descarga. Sin embargo, por falta de información, así lo publiqué:
“Sucedió ayer, y la historia merece contarse bien, como intentaré hacerlo mañana en Mundo Nuestro. Pero las imágenes describen la tragedia del Atoyac. Me las envió un amigo. La denuncia la hizo el fotógrafo Andrés Lobato en Milenio. La empresa Agua de Puebla no encontró mejor solución que la de descargar en el río la enorme cantidad de basura y lodo acumulados por décadas en el túnel que hace cien años llevaba el agua desviada en la presa hasta las plantas de luz de las Carmelitas. El sistema lo construyó mi abuelo Carlo Mastretta Magnani entre 1909 y 1912. Dejó de operar hace décadas, en la más triste historia de la degradación urbana e industrial de Puebla. Ahora utilizarán el túnel para llevar las Agus negras de la ciudad hasta la mega planta de tratamiento ubicada justo a un lado de los cascarones sobrevivientes de la antigua planta generadora de electricidad para Atoyac textil. “Y si no se te ocurre qué hacer con la basura de cuarenta años ahí acumulados, arrójala al río” , habrán dicho los empleados de Hank González. El río que generaba electricidad es el río que convertimos en un caño de podredumbre y muerte. Qué tristeza.”
Y con esa memoria acudo a la historia que presentamos en Mundo Nuestro sobre la destrucción del sistema hidroeléctrico Atoyac Textil cuyo túnel hoy se rescata para cargar aguas negras.
Una historia, la de la presa Carmelita, la planta hidroeléctrica Carmela y la de mi abuelo Carlo Mastretta que puedes conocer aquí escrita por uno de los descendientes de la familia Quijano:
Para entender lo que Puebla ha perdido con la destrucción de Atoyac Textil: la historia de la Planta Carmela
Sin ser oficial, lo que pudo haber ocurrido, sin embargo, apunta a lo que los funcionarios de la CNA han intuido. A la media noche del miércoles me entero de la versión que maneja el SOAPAP sobre la descarga de lodos: se trata de la ruptura del llamado “lodo-ducto” que lleva los lodos residuales de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales San Francisco, ubicada a un lado del Hospital Los Ángeles, y que de manera regular se trasladan por esa vía hasta la planta de Atoyac Sur. Me llegan incluso fotografías del operativo de limpieza implementado por el SOAPAP a esa misma hora de la noche. No hay explicación de cómo pudo romperse el ducto.
En la urbanización ilegal está la respuesta.
La versión extraoficial que obtenemos dejaba abiertos muchos interrogantes: “Alguien rompió el lodo ducto, han de haber creído que era una línea de agua”. El jueves 23 al fin logran los funcionarios del SOAPAP ofrecer una explicación de lo ocurrido y sus causantes. El “lodo-ducto” se rompió a la altura de la barranquilla producto de dos fenómenos: la lluvia torrencial que cayó el martes, y que en esa zona alcanzó el carácter de tromba, y el hecho que descubren los ingenieros de SOAPAP y Agua de Puebla, el taponamiento de la barranquilla por particulares, un proceso que se llevó al extremo con la construcción del Boulevard Carmelitas. Si antes el tubo corría a tres metros bajo tierra, esta mañana la retroexcavadora lo encuentra hasta los 13 metros de profundidad. A tal grado han levantado los particulares el terreno. A tal grado la desaparición de la barranquilla.
Al mismo tiempo, los funcionarios de CONAGUA logran que Agua para Puebla intervenga: Agua de Puebla envía unas fotos que dan cuenta de que para contener el problema han dejado de bombear lodos por el “lodo-ducto” desde la planta San Francisco hacia la planta Atoyac Sur.
Bomba A y Bomba B fuera de operación. Para Agua de Puebla otros interrogantes entonces: ¿por qué pasaron 24 horas sin que se dieran cuenta de la fuga? Esta pregunta simple abre otras: ¿cómo opera este “lodo-ducto”, como le llaman ellos mismos? ¿Qué ocurre con todos los lodos que se producen en la planta de San Francisco y que deben de llagar a Atoyac Sur? ¿Qué hacen con ellos? ¿En dónde los disponen? ¿Sabemos su contenido? ¿Contienen los metales pesados y químicos que descargan las 271 empresas con permisos de CONAGUA para descargar en el río?
Y para las autoridades todas: ¿se pueden tapar barrancos y arroyos como lo han hecho los hasta este momento anónimos arrojadores de escombro sobre esta barranquilla? Ha ocurrido mil veces y volverá a ocurrir. No hay capacidad institucional para impedirlo.
La historia seguirá su mismo curso: a nadie se hará responsable de lo que le ha ocurrido al río con esta rotura del “lodo–ducto”.
23/04/2020